Anteanoche mi madre, de 85 años, se puso tan enferma que pensé que se moría y corrí a llevarla en ambulancia a urgencias.
El hospital de mi pueblo es nuevo, moderno, luminoso, tan "moneo" que no parece centro sanitario sino palacio de congresos. Pura mentira. Sólo es atrezzo para disimular que nos repugnan procesos tan naturales como envejecer, enfermar y sufrir. Y de la muerte ni hablamos. Para ello hemos transformado lo sanitario -y lo funerario- en proceso industrial, limpio y aséptico, pero oculto por ser considerado de mal gusto. Como las fábricas de embutidos: nos los comemos pero no queremos saber de su elaboración.
Del personal sanitario no es que tenga queja de su preparación, pero sí de su formación: Transmitían, sutilmente eso sí, que la obligación de la vieja era morirse. ¡Pues qué se espera a estas edades! Y yo, como cualquier familiar de enfermo, sospechosa de ser futura denunciante, de ahí que todo sean prohibiciones: de entrar en el box (ahora se llaman así las consultas de urgencias), y cuando logro entrar ¡me prohíben salir! Para nada parece importar que mi madre se sintiera morir o que yo estuviera angustiada por esta posibilidad; nadie consideró relevante tranquilizarnos. ¡Ojo, que no claudico fácilmente! Yo siempre consigo explicaciones porque no me conformo con cualquier cosa, exijo saber el diagnóstico, el porqué del tratamiento, efectos secundarios, alternativas... y así me transformo de sospechosa en maldita: una "listilla". Los facultativos, depositarios del saber esotérico de la salud, modernos chamanes que no se sienten obligados hacia sus nunca mejor denominados pacientes, por encima del bien y del mal, decididores entre la vida y la muerte, no van a ser cuestionados por una vulgar mortal, ajena al grupo de privilegiados poseedores de este magnífico poder.
Con todo, estuvimos toooda la noche, mi madre padeciendo pruebas y yo esperando y sin dormir. Y eso que les dí el diagnóstico: infección urinaria. Pero como digo, al hacerse una medicina defensiva, no se conformaron con un simple análisis de orina, sino que, además de tomarle la tensión, las pulsaciones, la saturación de oxígeno en sangre y un análisis de ésta, añadieron placa de tórax (¿para qué si no había signos respiratorios?) electrocardiograma (tampoco signos cardíacos) y le palparon todo lo que se le puede tocar a un ser humano. ¡Menos mal que mi madre ya no es pudorosa! Claro que con el historial médico que arrastra ya no le queda mas que la dignidad y eso porque ella la conserva por encima de todos estos "profesionales".
Una vez acabado todo este largo proceso se nos anuncia el peliagudo diagnóstico: infección de orina. Le enchufan un antipirético y un antibiótico, nos dan un informe de tres páginas y el alta hospitalaria.
Alta hospitalaria: comienzo de la siguiente fase de la deshumanización del enfermo. Como no hay ingreso ¡A la puta calle! pero sin consideraciones. Parece que con el alta desaparecen dolores y molestias, como si el enfermo se hubiera sanado de golpe o lo peor ¡Dios mío! Como si nunca hubiera enfermado, cometiendo la falta del respeto de hacer perder el tiempo a los brujos de la tribu, que en lugar de atender al farsante podrían haber estado escribiendo su blog "pensamientos del año del gato" (verídico, que lo ví en el ordenador del médico cuando iba a mirar las placas). En este momento ya no eres nadie, un abusón del dinero del contribuyente: para regresar a casa y tras una espera de tres horas para que viniera la ambulancia y como no llegaba, tuve que llamar a un taxi para volver al mundo ¿civilizado?.
Me pregunto si no estaré siendo egoísta con mi madre, que no me resigno a perderla y que esto me hace someterla a este calvario, pero ¡la necesito tanto! Y ella no se queja nada, no sé si por resignación o porque realmente desea someterse para vivir.
En todo caso y en lo que a mí me concierne, mejor me dejáis morir. La vida está sobrevalorada, al menos en determinadas circunstancias. Y con el cadáver, lo que prefieran los vivos, pero recordad que la incineración es muy contaminante. Mejor haced compost y cultivad buenas lechugas...